Mar ya tenía una semana y yo sentía la necesidad de salir a la calle. Caminar un poco y empezar a enderezar mi cuerpo, aún algo entumecido tras la cesárea.
No entiendo bien por qué, pero con la mayoría de personas con las que me encontraba durante los paseos mantenía la misma conversación.
- Le das teta, ¿no?
- Pues mira no. Es que no tengo leche.
- ¡Ay! Mi madre/prima/cuñada tampoco tenía y le dio biberón y no pasa nada.
No me servía de consuelo que me dijesen que otras mujeres no habían tenido leche. Y siempre me venía a la cabeza la misma duda. Si todas esas mujeres que hoy no tienen leche (incluida yo, claro) hubiesen nacido hace unos años, cuando aún no era común la leche artificial; ¿qué hubiese sido de sus hijos? ¿Habrían fallecido a los pocos días de nacer o habría sido una vecina o pariente la encargada de salvarles la vida, amamantándolos?
Y, sinceramente, no creo que seamos una especie tan mal diseñada. La única especie que, de forma habitual, no puede sacar adelante a sus crías porque no puede alimentarlas. No lo creo.
Quizás todo esto lo pensaba porque tenía bien aprendida la lección: "Todas las mujeres pueden amamantar. Todas, a no ser que haya alguna enfermedad que lo impida. Y el porcentaje de éstas es ínfimo".
Pues bien, tras más de dos semanas de sacaleches, pezoneras, y trastos varios decidí tirar la toalla y empecé a poner en duda aquella lección que yo misma me grabé a fuego durante el embarazo.
Y entonces dejé de dar paseos. Dejé de salir y casi dejé de hablar. Porque siempre había algo que me hacía recordar que yo era una de esas mujeres que, hace algunas décadas, no hubiese podido sacar adelante a su hija por no tener leche. Y me dolía tener que compartir esa carga con el mundo.
Se que para muchos puede resultar absurdo. Si ya tenía a mi niña conmigo, estaba sana y era preciosa. ¿Qué más daba si la alimentaba con pecho o biberón? Pues daba. A mi sí me daba. Y, ¡ojo! que entiendo, respeto y apoyo a las mamás que decidan optar por el biberón. Pero yo no lo había hecho. Y me dolía.
Y esto fue así hasta que una amiga me propuso visitar a su matrona. "Como última opción", me dijo. Y al día siguiente conocí a May. Y todo cambió.
Que bonito guapa todo lo que escribes....Enhorabuena por tu nena....y gracias a Dios que te cruzante con la gran May en este camino....es mi matrona y tengo tanto que agradecerle❤ con ayuda todas somos capaces...un beso y mucho ánimo��
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